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Una película consigue el estatus de culto cuando cumple con las tres siguientes características: un mito detrás de su realización, un grupo de espectadores fanáticos y el haber sobrevivido el paso del tiempo para adquirir la trascendencia necesaria para ser recordada constantemente. Dejando eso claro, se puede decir que The Room (2003) cumple con creces con estas tres características, lo que le permitió consagrarse como uno de los filmes de culto por excelencia dentro de la historia del cine.
Primero el mito, en el año 2003 aparecen en la ciudad de Los Ángeles extrañas vallas publicitarias de una cinta llamada The Room, que al parecer es escrita, dirigida y producida por un desconocido Tommy Wiseau; las vallas además de mostrar un horrible diseño presentan el número telefónico de Wiseau, el cual-según cuentan los rumores-contestaba las llamadas de la gente que intrigada caía en la curiosidad de marcar el número topándose con un ser excéntrico que les invitaba a ver lo que el consideraba la siguiente obra maestra del cine. Así inicio el mito de The Room, una pésima película creada por un ser de fisionomía extraña, con un acento totalmente extranjero y una fortuna irrastreable.
El mito de Wiseau se acentuó cuando su película -denominada como “La Ciudadano Kane de las malas películas”- consiguió un éxito tremendo póstumo a su estreno por el boca en boca que obtuvo por parte de una fanaticada de espectadores que -con el paso de los años- encontraron en The Room una obra extraña que transgredía los estándares de calidad dados por el cine al ser una mala película totalmente disfrutable por las razones contrarias dadas por su creador.
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El mito detrás de su realizador junto con el grupo de espectadores fanáticos de la cinta, otorgaron a The Room un estatus de culto que llevaron Greg Sestero (actor de reparto de la cinta y amigo de Wiseau), a escribir sus memorias en un libro donde expone lo dura que fue la realización del filme que lo llevo a romper su relación de amistad con Tommy Wiseau por seis meses. Sestero titulo el libro como The Disaster Artist y lo lanzo en el año 2013 cautivando la mente de los fanáticos del filme, entre ellos Scott Neustadter y Michael H. Weber, que fascinados por el intenso conflicto personal detrás de la película escribieron el guion que terminaría en manos de otro fanático de la película, el galardonado James Franco, que-en conjunto con su hermano Dave y su ya establecido grupo de amigos- llevan de regreso a la pantalla grande al fenómeno conocido como The Room.
Regreso al 2003
A modo de un torcido homenaje a Wiseau, James Franco produce, dirige y protagoniza The Disaster Artist , una adaptación a las memorias de Greg Sestero que presenta el tratamiento novedoso de drama media , donde se conjugan la comedia satírica con toques paródicos con el melodrama social hacia el canon cinematográfico de la industria Hollywoodense.
La cinefotografía que presenta ambientes realistas que se exaltan con elementos como el ruido de película para crear una sensación de hiperrealidad, y con colores como el rojo o el amarillo que muestran una saturación que remite a los cánones visuales de las películas norteamericanas de inicio de este siglo.
Elementos dentro del diseño de producción como las cortinas rojas que remiten al diseño de The Room en el departamento de Tommy y Greg, posters de la época en los estudios de cine o la música con canciones como The rythm of the night de Corona, logran armar un ambiente verosímil que nos transporta al extraño gusto que regía la cultura pop a inicios del siglo XXI y que paga con creces un gran tributo visual lleno de referencias al fenómeno creado por Tommy Wiseau.
El artista del desastre
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Para cuando The Room se estreno en cines (tan solo por dos semanas), James Franco estaba filmando lo que seria su participación en El hombre araña 2 (2004). Dado a conocer por la serie Freaks and Geeks (1999-2000) donde también participo Seth Rogen, el nominado al Oscar y ahora ganador de un globo de oro ha admitido que su inspiración para actuar fue el emblemático James Dean, cosa curiosa pues resulta que tanto Tommy Wiseau como Greg Sestero iniciaron su amistad por el mismo gusto hacia al actor de Rebelde sin causa (1955).
El dato resulta importante para juzgar la interpretación de James Franco como el excéntrico Tommy Wiseau, pues ambos tienen la misma pretensión actoral por interpretar personajes rebeldes pero adorables, cosa que se ve brutalmente corrompida por la comicidad natural que emana Tommy Wiseau y que Franco logra capturar de manera orgánica, ejemplo de ello lo podemos ver en el correcto uso de la risa wiseau que agrega ese toque cómico desconcertante que rompe el sentimiento que se pretende lograr, elemento crucial para el éxito de The room que incluso tiene su propia mención dentro de la película.
Obra maestra
Repleta de buenos chistes, enorme cantidad de cameos – el de Bryan Cranston es una joya- , un intrigante mensaje sobre la industria Hollywoodense y la apertura de un debate sobre la calidad con la que se mide un producto con fines artísticos que, junto con un glorioso final creado para los fanáticos del fenómeno The Room, convierten a The disaster artist en una cinta que adquiere una calidad de culto inmediato equiparable al de su material de origen.
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